La soja es una legumbre fuente de proteínas de gran calidad al presentar una importante cantidad de ácidos grasos esenciales y un bajo contenido de grasas saturadas. Además, es fuente de vitaminas y minerales como el fósforo, el potasio y el calcio. Sin embargo, también contiene isoflavonas, un compuesto que actúa como antioxidante pero que no se recomienda ingerir en exceso.

Leche de soja, salsa, texturizada, en hamburguesas… cada vez son más los productos elaborados a base de esta legumbre que, aunque tenga un gran valor nutritivo, también puede suponer un riesgo de altas ingestas de isoflavonas si se consume a diario.

Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), si se superan las cantidades semanales recomendadas «pueden aparecer problemas de salud». Algunos de los efectos beneficiosos de las isoflavonas incluyen la reducción de los síntomas asociados a la menopausia y la prevención de determinadas patologías, como es el caso de la diabetes tipo 2.

Estas sustancias vegetales naturales «se comportan como fitoestrógenos», ya que «por su composición y estructura imitan a los estrógenos». Por ello, al ingerir una cantidad elevada que sobrepase los límites «pueden interferir en el metabolismo y actuar como disruptores endocrinos».

¿Qué significa esto? Tal y como advierte la OCU,

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