Estamos asistiendo a un creciente auge en las mujeres que desean preservar su fertilidad para el futuro. Según datos recientes, el porcentaje de mujeres que congelan sus óvulos ha crecido un 50% en cinco años.

Este hecho, en sí, no tendría nada de sorprendente, dada la importante, necesaria y cada vez más patente incorporación de la mujer al mercado laboral y, por lo tanto, a la demora en su deseo de maternidad.

Sin embargo (y siempre hay un “pero”), las noticias también se hacen eco de la opinión de los expertos: En muchos casos, la edad cronológica no coincide con la edad biológica. O, dicho de forma más clara: las mujeres que congelan sus óvulos, en su mayoría, distan mucho de encontrarse en la edad biológica ideal. La media de edad de estas mujeres es de 35 años, límite impuesto por la mayoría de los que nos dedicamos a la reproducción asistida para poder garantizar unos óptimos resultados. Una media de 35 años significa que hay muchas mujeres que quieren preservar su fertilidad alrededor de los 40 años, cuando los resultados distan mucho de ser óptimos.

Biológicamente, el declive de la fertilidad de la mujer comienza antes de los 30 años. A los 35, la dotación de óvulos comienza a descender de manera manifiesta, y a partir de los 40 años, las posibilidades de gestación con óvulos propios no supera el 20%. Si a esto le añadimos que, en el mejor de los casos, y hablando de mujeres jóvenes, cuando se congelan los óvulos la supervivencia de estos es de un 90%, la tasa de fecundación un 80% y la de embarazo un 60%. ¿Cuál es realmente la posibilidad de embarazo en mujeres mayores de 35 años que han congelado sus óvulos?

La Sociedad Española de Fertilidad (SEF), en su Grupo de Preservación de la Fertilidad, publicó que la eficiencia por óvulo descongelado en mujeres mayores de 37 años era de un 5%, aconsejando congelar un mínimo de 8 óvulos y comentando que: El propio término “preservación” sugiere una certeza que va más allá de lo que realmente podemos ofrecer.

 » Más información en elpais.es