La obesidad se ha convertido en una epidemia en las sociedades desarrolladas y en uno de sus principales problemas de salud pública. En España, seis de cada diez adultos tienen sobrepeso y nada menos que el 20% de la población se puede definir directamente como obesa. Es una enfermedad que ha desembarcado en toda su crudeza en las últimas dos décadas, en las que se ha duplicado la proporción de españoles con un peso excesivo, y que está muy vinculada, además de al aumento del sedentarismo, a la generalización del abandono de la dieta tradicional mediterránea, rica en verduras, frutas y pescados.

Un estudio realizado por la Sociedad Española de Obesidad constata que este aumento del sobrepeso se explica en gran parte por un pernicioso cambio en la alimentación de los españoles, que cada vez realizan más comidas fuera de casa y que en sus ingestas apuestan por los alimentos menos sanos. El informe señala que comer fuera de casa, lejos ya de ser una excepción, se ha convertido en un hábito. El 77% de los españoles realizan a diario alguna de las tres principales comidas fuera del domicilio, lejos de la beneficiosa cocina familiar.

El análisis alerta de que los malos hábitos generalizados en la alimentación que se realiza fuera de casa tienen una repercusión directa en el aumento del sobrepeso muy superior al de los factores genéticos y hereditarios, que suponen un riesgo aproximado del 10% de padecer esta enfermedad.

Los expertos detectan tres hábitos alimentarios de riesgo especialmente negativos. El más peligroso es la opción mayoritaria de no tomar habitualmente verdura o ensalada como plato principal. El no hacerlo incrementa el riesgo de obesidad en un 43% frente a quienes sí tienen esta sana costumbre alimentaria. Los otros dos hábitos más negativos son desayunar fuera de casa y tomar un postre dulce con regularidad. En el primer caso, se incrementa el riesgo de obesidad en un 17,8% frente a los que mantienen los desayunos caseros.

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