Tres tratamientos farmacológicos han demostrado científicamente que pueden ayudar a dejar de fumar: combinados con intervención conductual multiplican el éxito hasta por cuatro. Los tres se usan en las consultas de medicina primaria y en las especializadas de desintoxicación tabáquica. La elección de uno u otro depende de las características del paciente, de los años que lleve fumando, de la cantidad de cigarros al día… El ministerio de Sanidad ha anunciado esta semana que financiará parcialmente solo uno de ellos a partir de enero de 2020: la vareniclina, que tiene patente de Pfizer y en España se comercializa únicamente bajo la marca Champix.

Aunque muchos de los especialistas y sociedades médicas (como la de neumología) que tratan esta adicción han aplaudido la medida, otros se preguntan por qué solo se financia una. Otras voces, incluso, cuestionan que sea pertinente subvencionar el tratamiento contra el tabaco, cuando realmente no suele suponer un esfuerzo económico adicional para el paciente: por lo general desembolsan menos dinero del que gastaban en cajetillas.

“La vareniciclina es el primero que se va a incluir en la prestación farmacéutica del Servicio Nacional de Salud (si el laboratorio no presenta alegaciones al acuerdo adoptado en la Comisión Interministerial). Y ha sido el primero porque la experiencia Navarra demuestra que tiene más utilización. Pero también están en estudio otros medicamentos o tratamientos”, explica una portavoz del ministerio de Sanidad.

Navarra fue la primera comunidad autónoma que financió estas terapias. Comenzó en diciembre de 2017, pero no se limitó a subvencionar un fármaco, sino que lo hizo con las tres alternativas: la vareniclina, la terapia sustitutiva de nicotina y el bupropión, cuya marca comercial más conocida es Zyntabac (de GlaxoSmithKline), pero que está libre de patente y es vendido también como genérico. Marian Nuin, directora Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra, califica la iniciativa de “éxito”. Tras el primer año hicieron una evaluación y el 35% de los pacientes que se sometió a terapia acompañada de seguimiento seguía sin fumar. Los dos fármacos presentaron un índice similar de éxito (algo superior al 37%),

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