El acto de comer para los seres humanos es mucho más que alimentarse y nutrirse, es también un acto que solemos relacionar con el placer y con las sensaciones agradables. Esto explica que la cantidad de comida o qué comamos no dependa solo del hambre que tengamos, sino que cómo nos encontremos a nivel emocional. Yolanda Fleta, Co-fundadora Nutritional Coaching y colaboradora de la aplicación El CoCo, nos explica cómo influyen las emociones a la hora de comer y qué podemos hacer para evitarlo.

¿Por qué las emociones nos hacen comer de más?

Las emociones nos influyen mucho a la hora de comer, tanto que, como explica Yolanda Fleta, “somos capaces de comer sin tener hambre o seguir comiendo, aunque estemos completamente llenos. Cuando comemos, no porque tengamos hambre fisiológica sino en respuesta a nuestras emociones, hablamos de hambre emocional”, un hambre con el que tratamos de aliviar ciertas sensaciones a través de la comida.

Una de las razones que nos llevan a dejarnos llevar por las emociones a la hora de comer en lugar de por las señales de saciedad es por efecto del sistema hedónico, “un mecanismo de refuerzo que hace que repitamos lo que nos aporta placer”. En muchas situaciones juega un papel incluso más importante que el sistema homeostático, que el encargado de regular el hambre y la saciedad.

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