El pasado mes de febrero el Ministerio de Sanidad lanzó la campaña CoNprueba con el objetivo de informar a los ciudadanos frente a las pseudoterapias y las pseudociencias. 73 de las 193 técnicas analizadas han sido categorizadas dentro de la categoría de las pseudoterapias, ya que no cuentan con ningún respaldo científico. Las 66 restantes aún están bajo evaluación. Entre ellas podemos encontrar el yoga. Pero, ¿qué por qué esta disciplina ancestral se ha colado en esta lista? Ante esta pregunta, el departamento de Sanidad da una respuesta escueta: «Se está evaluando para saber si tiene soporte en el conocimiento científico o evidencia que avale su eficacia y seguridad».

Lo cierto es que esta práctica tiene cierto respaldo en la literatura científica. Desde la prestigiosa Universidad de Harvard se apunta a que «promueve la salud física de distintas formas. Algunas incluso derivan en una mejor gestión del estrés». Entre sus bondades ya corroboradas están la mejora de los dolores de espalda o la reducción de las molestias relacionadas con la artritis. También hay muchas otras que todavía están siendo objeto de estudio, como ayudar ante las migrañas, la osteoporosis, el equilibrio o la movilidad (estas investigaciones se encuentran en fases preliminares). Sin embargo, en la página web del Ministerio de Sanidad se indica sobre las técnicas en evaluación que aunque puedan existir publicaciones relativas a estas prácticas no implica que estén respaldadas por el conocimiento científico ni que se avale su eficacia y seguridad.

Un caladero de terapias pseudocientíficas

«El yoga —como la música o los tratamientos secundarios con animales— aporta bienestar. Es una terapia complementaria y tiene evidencias que respaldan sus resultados como forma de relajación muscular con las asanas y para disminuir el estrés con la meditación», reconoce Gerónimo Fernández Torrente, coordinador del Observatorio de las Pseudociencias de la Organización Médica Colegial de España, donde también han elaborado un listado de terapias pseudocientíficas en el que se ha basado la campaña del Ministerio. «Siempre que sea bien utilizar no tenemos ningún problema», aclara el experto.

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