Ignoro cuándo esa expresión se convirtió en una coletilla deplorable para decir cosas tan corrientes como que algo se hace “por acción u omisión”, o simplemente “de todos modos”, o “bajo ningún concepto”. La expresión no parece incorrecta, solo que ha llegado a fatigar los oídos empeñados en seguir la política de este país y sus idiolectos, y llama mucho la atención que se use en frases negativas. “No te voy a ayudar ni por activa ni por pasiva” solo puede producir una gran perplejidad en quien espera esa ayuda. Lo más sensato sería responder: “De acuerdo, ¿pero al final me ayudarás o no?”. Aunque, vistos los tiempos en que vivimos, no sería extraño que pronto esa reina de lo zafio y lo tozudo abdicase y le cediera el trono a la más guerrera “por tierra, mar y aire”. Primero no te dan ni agua, y luego te quitan el aire. Es muy lógico.

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Toda esa pequeña disquisición previa, a pesar de hurgar un poco en los modismos de la política, no pretende ser un comentario sobre la situación política actual. Solo sirve para introducir un apunte sobre algo que, con toda certeza en esta nueva legislatura y con este nuevo Gobierno, por fin se definirá en términos de derechos y deberes legales. Me refiero a la muy esperada ley sobre eutanasia, solo frustrada, con el primer Gobierno de Sánchez, por el vicio de la política de no aceptar ni tan siquiera lo razonable si luego resulta que ha de ser un tanto a favor del adversario. Es el espíritu del “ni por activa ni por pasiva” (o su variante “por tierra, mar y aire”). Poco se puede añadir al proyecto de ley que el Partido Socialista manejaba sobre esta cuestión y que presumiblemente se volverá a presentar en las Cortes. Garantizaba hasta la extenuación el derecho del paciente a que nadie le empuje a morir (detalle importante), y al mismo tiempo garantizaba el otro derecho fundamental: que a nadie se le imponga el martirio indeseado de una enfermedad cruel o de una agonía espantosa.

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