El estreno en España de la película Philadelphia, que abordaba temas como la homofobia y el rechazo de la sociedad a los enfermos de sida, cumple 25 años este mes, el lunes que viene, concretamente. Según los datos del Ministerio de Sanidad, el año en que se proyectó la cinta por primera vez, 1994, fue en el que más personas perdieron la vida a causa de esta enfermedad: 5.857, el 80% de ellos hombres. Por aquel entonces, el sida provocaba pavor en la sociedad. Hoy, con mucha más información, sigue existiendo temor y parte de la población continúa señalando con el dedo a las personas seropositivas. El avance social es lento, más que el científico: los investigadores han conseguido borrar el rastro del VIH (el virus que produce la enfermedad) de dos pacientes tras transplantarles células madre, el último de los dos casos publicado anteayer en la revista Nature.

Lejos de la imagen que muchos tienen sobre los enfermos de sida, la de haber estado entregados a una vida disoluta, “las personas infectadas responden a todo tipo de prototipos“, sentencia Ferrán Pujol, fundador y director del centro de detección de la ONG Hispanosida BCN Checkpoint. Así lo reflejaba el personaje interpretado por Tom Hanks en Philadelphia, un abogado de éxito que había contraído la enfermedad. “También forman parte de distintos niveles culturales y de formación”, continúa Pujol. Ejemplo de ello son personalidades famosas como el actor Rock Hudson, quien murió en 1985, y el músico Freddie Mercury, fallecido en 1991. 

Una enfermedad rodeada de desinformación

Sin embargo, se sigue señalando con el dedo. En parte porque existen sectores de la población que no disponen de la información suficiente. El sida no se contagia ni a través del agua ni del aire, tampoco mediante la saliva, el sudor, las lágrimas o los besos con la boca cerrada. Ni al compartir alimentos, bebidas o usar el mismo servicio que una persona que tenga la enfermedad. Y,

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