La alimentación se ha convertido en un pequeño laberinto del que muchos consumidores no saben cómo salir. Estudios, investigaciones, mensajes publicitarios y recomendaciones ecologistas no siempre coinciden. Hay un buen motivo para que el nivel de confusión sea mayor del que uno podría esperar. Y va más allá de que calcular la huella de emisiones de lo que consumimos es una tarea titánica por la enorme multitud de aspectos que hay que tener en cuenta, pero lo más importante es que lo que vale para unos es ineficiente para otros, cuando se trata de que la alimentación sea saludable para el planeta.
Está claro que consumir productos locales, de temporada y de producción ecológica es una buena idea. Precisamente por eso una dieta sana para ti (que debe establecerse poco a poco) y para el planeta varía según dónde vives. Es cierto que el aceite de oliva es un tesoro nutricional, y que es igual de bueno para una persona nacida en África que para una que vio la luz del mundo por primera vez en Japón. Pero transportar los ingredientes de la despensa mediterránea a países como Japón, Noruega, Suecia o Kenia no es precisamente saludable para el medio ambiente. «El tipo de alimento que se puede cultivar será diferente según el lugar donde se viva. Si se intenta tener una dieta que tenga una base más global, hay implicaciones ambientales (y económicas y sociales) al hacerlo», explica a BUENAVIDA Sean Beer, profesor titular de Agricultura en la Universidad de Bournemouth, en Reino Unido.
La manera de producir los alimentos, el uso de fertilizantes y pesticidas, las emisiones de gases derivadas del transporte, el consumo de agua dulce que conlleva la producción agroalimentaria… «Odio decirlo, pero todos los factores son importantes», dice Beer, quien pone un curioso ejemplo para corroborarlo. Para los británicos como él, consumir cordero de Nueva Zelanda tiene menos impacto ambiental que poner en la mesa el que producen los ganaderos de su entorno. Resulta que la producción neozelandesa emplea menos fertilizantes, tiene granjas más grandes y un sistema de transporte eficaz que permite transportar más carne con menos emisiones.