El pasado 11 de marzo de 2020, ante los elevados casos de contagio del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, causante de la COVID-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró una pandemia mundial. Arrancaba así el reto más importante al que se ha enfrentado nuestra sociedad en los últimos 75 años. Después de todo, desde la Segunda Guerra Mundial no se vivía una situación dramática como esta que afectara a todos los países del mundo.

Para poder evaluar cómo ha afectado a nivel psicológico el confinamiento al que hemos sido sometidos para controlar el contagio, un grupo de 80 investigadores internacionales de más de 40 universidades de todo el mundo hemos puesto en marcha PSY-COVID. Se trata de un estudio de investigación para conocer los efectos psicosociales de la pandemia de COVID-19 y mejorar la prevención de su contagio ante futuros rebrotes. Y supone un esfuerzo de colaboración científica extraordinario, como corresponde a una situación extraordinaria.

Según el primer análisis de los resultados, en torno al 35% de la población española estaría en riesgo de sufrir o habría presentado síntomas de ansiedad o depresión, siendo las mujeres y las personas más jóvenes las más afectadas.

Una base de datos mundial y abierta

Los objetivos de PSY-COVID se pueden resumir brevemente. Para empezar, nos proponemos crear una gran base de datos mundial sobre los efectos psicológicos y el comportamiento de las personas durante la pandemia de COVID-19. Y lo que es más importante: una vez elaborada, esa base de datos se pondrá a disposición de toda la comunidad científica y de las autoridades sanitarias. El fin no es otro que facilitar un mejor foco de intervención y acompañamiento, tanto a la población en general como grupos de riesgo, ante futuras crisis similares en cualquier lugar del mundo.

Nuestra base de datos en abierto permitirá a equipos de investigación y autoridades sanitarias de todo el mundo analizar con una métrica común internacional los efectos psicológicos de las medidas de restricción de movilidad que han adoptado la gran mayoría de países para intentar controlar el contagio del coronavirus SARS-CoV-2.

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