He estado pensando cómo aportar información útil, desde mi experiencia como genetista de ratón y biotecnólogo, para la crisis sanitaria que vivimos. A continuación describiré la generación y el uso de modelos animales –ratones transgénicos– para el estudio de la infección causada por diferentes coronavirus que afectan a los humanos.
Toda terapia que queramos administrar a seres humanos deberá seguir un protocolo establecido. Este empieza siempre con experimentos de investigación básica y suele implicar el uso de modelos celulares, con células animales o humanas en cultivo. Si se descubre algún mecanismo de trascendencia terapéutica entonces habrá que continuar la investigación con modelos animales, en lo que se conoce como fase preclínica.
Los experimentos con animales son necesarios para validar la seguridad y eficacia preclínica de una propuesta antes de empezar a administrar ese tratamiento en humanos. Es importante que sepamos lo estrictamente regulada que está la experimentación animal, que solo se aplica si no hay otro método alternativo, y lo absolutamente necesaria que siguen siendo en investigación biomédica.
Superadas todas las fases anteriores se llega a los ensayos clínicos, ya con personas, con sus sucesivas fases (I, II, III, IV). Una vez se comprueba que el tratamiento es seguro y eficaz en seres humanos, entonces las autoridades revisan toda esta información y pueden conceder la autorización para que el tratamiento se administre en cualquier hospital.
La duración de todo este proceso suele ser larga, de un año como mínimo, y a menudo muchos más. En determinados casos pueden acortarse algunas etapas, por razones de interés sanitario o de uso compasivo. Eso explica que se anuncien posibles vacunas para el nuevo coronavirus que todavía tardarán meses en llegar.
La pregunta es si el modelo animal más extendido en los laboratorios, el ratón, puede ser infectado por el coronavirus causante del COVID-19. La respuesta es no.
De forma natural, el coronavirus SARS-CoV-2 no infectará a las células del ratón,