En consonancia con las órdenes ejecutivas firmadas por Donald Trump desde su segundo aterrizaje en el Despacho Oval como presidente de los Estados Unidos, las agencias federales han comenzado un proceso para eliminar aquellos documentos y comunicaciones que puedan considerarse dentro de los marcos organizacionales de la ‘DEIA’ (políticas de Diversidad, Equidad, Inclusión y Accesibilidad).

Esta labor resulta especialmente sorprendente en el seno de la Fundación Nacional de Ciencias (NSF, por sus siglas en inglés) y en los Centros de Control de Enfermedades (CDC), cuyo personal está revisando sitios web, artículos científicos e incluso proyectos de investigación activos y pendientes en busca de una serie de ‘palabras prohibidas’ contrarias a las políticas de Trump.

Revisiones de proyectos en la NSF

Así lo han reportado los periodistas Carolyn Y. Johnson, Scott Dance y Joel Achenbach del periódico estadounidense The Washington Post en base a un documento interno de la NSF filtrado y al testimonio de dos empleados anónimos de la organización (tal y como dice el citado medio, «no autorizados a hablar»). De acuerdo con estas fuentes, las palabras de la ‘lista negra’ incluyen algunas tan insólitas como «mujeres», «diverso», «institucional», «históricamente», «sesgos», «relevancia cultural», «discapacidad», «orígenes diversos», «género», «transgénero», «LGBT», «etnia» o «preferencias sexuales».

Hace algunas semanas, supuestamente se avisó a los científicos que reciben fondos de la NSF que cesaran cualquier actividad que no cumpliese con las órdenes ejecutivas de Trump: concretamente,

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