Caca, en su acepción menos malsonante, es una palabra que no nos gusta oír, ni nos atrevemos a discutir sobre ella. No nos sentimos cómodos hablando de inodoros, excrementos, defecación o los méritos relativos de diferentes tipos de papel higiénico, pero la falta de lugares dónde hacerla causan más fallecimientos que el SIDA, la malaria y el sarampión juntos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), causando la muerte por diarrea de más de un millón de niños al año, o lo que es lo mismo más de 1.000 niños al día.

Mientras que en los últimos dos siglos, los retretes han añadido 20 años a la esperanza de vida de la especie humana, casi un 40% de la población mundial (2.500 millones de personas) no tiene acceso a formas seguras de saneamiento. Siendo además sustituidas muchas veces, sobre todo en los suburbios de muchas ciudades de países en desarrollo dónde es difícil encontrar un lugar dónde hacer tus necesidades, por lo que llaman flying toilets o “retretes voladores” que simplemente consisten en defecar en una bolsa de plástico para después lanzarla por la ventana lo más lejos posible.

Entre los objetivos de la agenda 2030, el ODS 6 busca garantizar la disponibilidad de agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos pero según Jack Sim, apodado a sí mismo como Mr. Toilet (Sr. Retrete), el objetivo de 2015 de reducir a la mitad la proporción de personas que viven sin saneamiento, va con casi 150 años de retraso. Así mismo casi mil millones de personas, el 15% de la población mundial, aún practica la defecación al aire libre. A pesar de que cada vez más personas tienen agua limpia, los números de inodoros por persona están empeorando. Las poblaciones rurales están creciendo más rápido que los baños que se están construyendo, y las personas se están mudando a los barrios pobres de la ciudad que no tienen aseos.

El 15% de la población mundial, es decir,

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