Desde hace unos años los complementos de melatonina se han convertido en uno de los medicamentos sin receta -a dosis bajas- favoritos de las personas que tienen problemas de insomnio o para conciliar el sueño. Al tratarse de una sustancia presente en nuestro organismo, que además es la responsable de inducir el sueño, la gente la concibe como ‘natural’ e inocua e incluso la toma como si fuera un somnífero. Sin embargo, esta hormona, ni es tan beneficiosa como se cree ni está libre de efectos secundarios.

La melatonina es una hormona que segrega nuestro cerebro, concretamente en la glándula pineal, y que, entre sus funciones, destaca la de inducir al sueño y se segrega en función de nuestros ritmos circadianos y el ritmo sueño-vigilia. Por este motivo, su cantidad aumenta con la oscuridad y disminuye con la luz del día. Esta hormona está muy presente en la niñez y en la adolescencia, y va descendiendo con la edad a partir de los 35 años. Así, se calcula que a los 50 años disponemos de la mitad, y a 75 años tenemos una cuarta parte de la melatonina que tenemos en la adolescencia, por eso, entre otros motivos, los problemas para dormir aumentan con la edad, pues un déficit de melatonina puede llevar a trastornos del sueño.

Además de actuar sobre el sueño,

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