Existen ciertos sonidos en nuestra vida diaria que nos pueden causar desagrado como puede ser el de la tiza que chirría cuando escribimos con ella en la pizarra. Sin embargo, hay personas que, literalmente, odian ciertos sonidos como que alguien mastique, bostece o, incluso, respire. Esto es la misofonía.

Pero no cualquier persona que se pone nerviosa con un sonido determinado sufre misofonía. Quienes padecen este trastorno tienen reacciones anormalmente fuertes que llaman la atención de quienes están a su alrededor. La crispación que pueden sentir puede provocar que se vayan de un determinado lugar por no ser capaces de soportar el sonido. Esta es una de las características que puede hacer sospechar de misofonía.

La misofonía suele aparecer entre los 7 y los 13 años. Un sonido específico puede ser el desencadenante, pero a partir de ese momento se irán sumando otra serie de sonidos que se volverán igualmente insoportables. Desde el del papel al abrir un regalo o la gota que cae del grifo del baño.

Con la edad, esto no desaparece pues no se trata de haberle cogido manía a un sonido de forma puntual. Se trata de un problema que sigue ahí a medida que pasa el tiempo y al que se le debe prestar atención. Aunque, todavía hay muchas personas con este trastorno que no buscan ayuda porque no saben si lo que les ocurre es normal o es un problema que necesita ser tratado.

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