Acabada la Navidad hay que mirarse al espejo y reconocer que un año más nos hemos dejado llevar por los excesos. Hemos comido, bebido y disfrutado, pero con seguridad nuestro organismo está peor que hace quince días.Los excesos se disfrutan, pero se pagan. Ahora, pasadas las fiestas, hay que tomar medidas, lo que no significa, únicamente, apuntarse al gimnasio. Lo que hay que hacer es comer mejor, comer más sano, apostando por las comidas ligeras.La Fundación Española de la Nutrición (FEN) recomienda introducir productos ligeros y altos en carbohidratos que compensen todos los excesos pasados. También conviene tomar pequeñas raciones, porque, como decía Grande Covián (considerado el padre de la dieta mediterránea), hay que comer de todo, pero en plato de postre.Algunos menús tipo, preparados por la FEN, incluyen en una misma comida dorada a la sal con boniatos y pimientos del piquillo rellenos de morcilla. En conjunto aportarán calcio, hierro, yodo y vitaminas A y K y las kilocalorías apenas superarán las 1200. También un consomé de gallina y ternera y una lombarda con piñones y jamón serrano.Como el resto de las coles, la lombarda ayuda a disminuir las posibilidades de sufrir algún tipo de cáncer. Los licopenos de un tomate, el hierro y el yodo que aportan unas almejas a la marinera o la fibra de una comida compuesta por espárragos y pastel de carne son buenas opciones.Como siempre, no debemos saltarnos desayunos y meriendas, que deben estar compuestos, a ser posible, por cereales y fruta o leche y pan.Finalmente, toca despedirnos de los dulces navideños que hayan sobrado y optar por la fruta, intentando llegar a esas cinco piezas diarias que se recomiendan. Y también adiós al alcohol o, al menos, a su exceso.

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