Una de las consecuencias de la llegada de internet ha sido el aumento del uso de pornografía en línea. Esto ha generado un incremento de la investigación científica centrada en las posibles consecuencias de estos materiales.

Sin embargo, gran parte de los estudios han evaluado exclusivamente las consecuencias en los consumidores adultos. Probablemente, el hecho de que justamente la población más vulnerable a este tipo de contenidos sea la menos estudiada se deba, entre otros aspectos, a limitaciones éticas y prácticas, y a una cierta negligencia por parte de los formadores, que no quieren creer que niños y adolescentes acceden a estos contenidos.

Los menores disponen de un acceso ilimitado a múltiples y variados contenidos pornográficos. Sin embargo, debido a la etapa evolutiva en la que se encuentran, caracterizada, entre otros aspectos, por un cerebro aún en desarrollo, les resulta más dificultoso diferenciar entre realidad y ficción.

También se observa que los más jóvenes copian las conductas sexuales que visualizan en los materiales sexualmente explícitos y los consideran una potente herramienta de educación sexual.

Aunque algún autor se ha centrado en las posibles consecuencias positivas derivadas del uso de pornografía en los jóvenes, la realidad científica evidencia un incremento exponencial de investigaciones que evalúan la asociación entre el uso de pornografía y múltiples consecuencias negativas.

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