Si hay algo que caracteriza a las personas con autismo, más allá de ser individuos únicos a los que su condición no debería eclipsar, es la diversidad. Aunque todos ellos compartan algunas características o rasgos que los hacen estar dentro del trastorno del espectro autista (TEA), podemos encontrarnos desde personas de alto funcionamiento hasta otras con un elevado grado de discapacidad y dependencia; unas que desvían la vista, mientras que otras miran a los ojos sin problema; niños que requieren horarios estructurados, frente a otros felices en el caos, etc.

Teniendo en cuenta lo poliédrico del trastorno y con motivo del Día Mundial de la concienciación del autismo, fecha en las asociaciones aprovechan para recordar sus reivindicaciones, cinco personas con TEA de diferente edad y condición -sus familias si ellos no son capaces de expresarse- nos trasladan sus reflexiones y lo que le piden a la sociedad.

Diagnosticada a los tres años con autismo en grado 2, Mayra Rumbau cursa segundo infantil en un colegio de Sueca (Valencia), donde cuenta con apoyos de PT (pedagogía terapéutica) y AL (Audición y lenguaje). Además, recibe terapia en un centro de atención temprana y en un centro especializado en autismo. Ella todavía no es capaz de comunicarse de manera oral, apenas está empezando a través de pictogramas y fotos,

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