La cadena de supermercados catalana Bon Preu eliminará de la producción de sus tiques de compra un controvertido compuesto químico, el bisfenol A (BPA), una sustancia considerada por la Unión Europea como tóxica para la capacidad reproductora, entre otros efectos en la salud. La Comisión Europea acordó restringir su uso en el papel térmico —ayuda a que se peguen las letras, por ejemplo, en los tiques de compra— dentro de la UE y fijó de fecha límite para ejecutar los cambios e instaurar la prohibición de uso en 2020. Bon Preu se ha adelantado a la restricción y, desde el 1 de abril, sus tiques no tendrán este compuesto.
El BPA —presente en el 90% de los tiques que puede almacenar un individuo común en casa, según un estudio de la Universidad de Granada— está incluida desde 2017 en la lista de sustancias “extremadamente preocupantes” en la UE. Es decir, un nivel de preocupación similar al de las sustancias carcinogénicas.
El BPA es un disruptor endocrino. Esto es, que imita el funcionamiento de las hormonas y puede provocar alteraciones endocrinas y metabólicas. Se encuentra, sobre todo, en plásticos para fabricar envases, en los revestimientos de las latas de conserva o en los recibos de compra. “Los tiques de las cajas no están polimerizados. El polvito blanco que sale de tu monedero es BPA puro. Se conoce porque si le acercas una cerilla, antes de que se queme el papel, se vuelve negro”, señala el doctor Nicolás Olea, del Departamento de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada. Suyo es el artículo publicado en la revista Environmental Research en el que constata que nueve de cada 10 tiques de compra tienen BPA.
La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) concluyó en 2015 que el bisfenol A no es peligroso para la salud, pero no porque no tenga efectos tóxicos, sino porque los niveles de exposición media no son peligrosos. “Hay una exposición baja, pero constante toda la vida”, explica Maribel Casas,