Cuando una enfermedad no tiene pruebas específicas y, por tanto, se identifica mediante diagnóstico diferencial (descartando otras patologías similares) es posible que se produzcan diagnósticos erróneos, lo que a su vez conlleva un riesgo importante para el paciente. Esto es especialmente típico cuando, además, el cuadro patológico se presenta con síntomas altamente inespecíficos, como puede suceder en el caso de la esclerosis múltiple.

Síntomas comunes con otras afecciones

La esclerosis múltiple es una enfermedad de tipo autoinmune en la que el sistema inmunitario ataca la mielina, una protección que recubre las fibras nerviosas. Esto, a su vez, provoca diversos grados de afectación (llegando, en algunos casos, a ser incapacitante).

No existen pruebas específicas que permitan diagnosticar la esclerosis múltiple, por lo que debe identificarse en base a los síntomas que provoca y descartando otras enfermedades que se manifiestan de manera similar pero para las que sí que existen test más o menos específicos. Esto se conoce como diagnóstico diferencial.

Muchas veces, esto puede ser complicado; especialmente, si tenemos en cuenta que el cuadro clínico de la esclerosis múltiple varía mucho en función de los nervios afectados y de la gravedad del daño en la mielina y las fibras nerviosas.

Por ejemplo, es posible que una persona con esclerosis múltiple, especialmente en las primeras fases,

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