Los médicos de familia no están contentos. No les gustó nada que el pasado 11 de julio el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) decidiese anular el impuesto impulsado por la Generalitat que grava las bebidas azucaradas en la comunidad desde 2017 y ahora defienden que la medida se extienda a todo el territorio nacional.

Consideran que un Reglamento nuevo y más severo con los productos hipercalóricos ayudaría a promover unos hábitos de vida más saludables y a prevenir problemas como la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. «En términos alimentarios, el consumo regular de bebidas azucaradas y su introducción en la dieta es uno de los elementos que más significativamente ha contribuido al aumento de la tasa de obesidad», explica Rodrigo Córdoba García, coordinador del Grupo de Educación Sanitaria y Promoción de la Salud de PAPPS de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el consumo de azúcares libres no debe exceder el 10% de la ingesta calórica total diaria, tanto en niños como en adultos, es decir, 50 gramos o unas 12 cucharillas de café. Idealmente, esta ingesta no debería superar el 5% del aporte calórico (seis cucharadas, 25 gramos) para proporcionar beneficios adicionales para la salud. Una lata de refresco contiene alrededor de 35 gramos de azúcar (140 calorías).

La OMS Recuerda, además, que la obesidad infantojuvenil es una «epidemia» que se ha multiplicado por once en los últimos 40 años -en 1975 se calculaba que había 11 millones de niños de 5 a 19 años obesos en el mundo, una cifra que alcanzó los 124 millones en 2016, de acuerdo con un estudio publicado en 2017 en la revista científica ‘The Lancet’– y que España es uno de los países de Europa con un mayor porcentaje de obesidad infantil -9,6% en menores de entre 2 y 17 años-.

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