En las últimas semanas se ha denunciado en España un número alarmante de agresiones con una metodología muy particular: la supuesta inoculación mediante pinchazos de sustancias a mujeres en discotecas, festivales y en general en locales de ocio.

Como es lógico, el fenómeno ha generado una gran alarma social, y a menudo se ha presentado como una nueva modalidad de sumisión química, una práctica destinada a facilitar determinados delitos (principalmente, agresiones sexuales a mujeres) proporcionando drogas a la víctima en contra de su voluntad.

Hasta ahora, no obstante, todos los intentos por identificar las sustancias concretas han fracasado, y además en España ninguna de las denuncias ha incluido una presunta agresión sexual. ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué sustancias podrían estar inoculándose para que sea tan difícil detectarlas y cuáles son sus verdaderos peligros? ¿Cuál es la verdadera intención detrás de estas agresiones?

«Hay motivos para dudar de que sea sumisión química»

Claudio Vidal, director de Energy Control, explica a 20minutos algunos de los problemas que plantea la cuestión de las sustancias. «Nosotros hemos querido manifestar que se trate de casos de sumisión química. Los pinchazos existen, pero tenemos muchas dudas de que se trate de un método de administración de sustancias con el fin de cometer una agresión sexual».

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