Hay dos libros que resumen uno de los debates científicos más apasionantes de los últimos años. Son Testosterona. La molécula detrás del poder, el sexo y el deseo de ganar, escrito por el neurocientífico estadounidense Joe Herbert, y Testosterona Rex. Mitos sobre sexo, ciencia y sociedad, de la psicóloga británica Cordelia Fine. Sus títulos no engañan: defienden básicamente lo contrario.

En ambos libros, la protagonista es la testosterona. Si el agua son dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno (H2O), la molécula bautizada testosterona son 19 átomos de carbono, 28 de hidrógeno y dos de oxígeno (C19H28O2). Su fábrica principal se encuentra en los testículos, esos órganos con forma de huevo y apenas 20 gramos de peso. “Se puede decir que la testosterona es la molécula que ha escrito la historia. Está detrás de nuestras guerras, de nuestra competición por la riqueza y los recursos y, sobre todo, de nuestro impulso por reproducirnos”, afirma en su libro Herbert, profesor de la Universidad de Cambridge.

“Hay muchas pruebas de que la exposición a la testosterona en el útero tiene consecuencias drásticas”, afirma el neurocientífico Joe Herbert

La testosterona es una hormona extremadamente antigua. Su origen se remonta a los primeros animales vertebrados. La producen aves, peces, reptiles y mamíferos. “La testosterona hace tres cosas importantes para un hombre adulto. Permite que sea fértil. También hace que le crezcan la barba, el pelo y los músculos, que aumentan su atractivo sexual y lo preparan para la vida arriesgada y competitiva de un adulto. Y actúa en su cerebro, no solo para que se interese por el sexo y lo busque, sino que le otorga las cualidades psicológicas y emocionales que ayudan a que esa empresa tenga éxito”, escribe Herbert. Esa supuesta tendencia a asumir riesgos ayudaría a explicar los éxitos y los fracasos. El 92% de los reclusos en las prisiones españolas son del sexo masculino. También en España, el 23% de los hombres abandona prematuramente la educación,

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