Si el descubrimiento de la penicilina en 1928 constituye uno de los hitos históricos de la medicina, las resistencias a los antibióticos se han convertido en los últimos años en una pesadilla. Cada año mueren más de 33.000 personas en Europa porque el abuso de estos fármacos ha convertido a muchos microorganismos en inmunes. La buena noticia es que si disminuye la presión de los antibióticos sobre los microbios “las resistencias son reversibles y las bacterias tienden a perderlas”, explica José Miguel Cisneros, jefe de servicio de enfermedades infecciosas del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.

Cisneros es el autor principal de un estudio publicado en la revista The Lancet Infectious Diseases que demuestra cómo un mejor uso de los antibióticos —no recetar los innecesarios y elegir los que tienen un menor impacto ecológico cuando sí lo son— desde los centros de atención primaria reduce las infecciones por bacterias multiresistentes. “Algunos estudios lo habían apuntado en el ámbito hospitalario, pero es la primera vez que una investigación hecha sobre una población de dos millones de personas muestra cómo se puede recuperar la eficacia de los antibióticos a nivel comunitario”, explica Cisneros.

La investigación se ha llevado a cabo en cuatro distritos sanitarios de Andalucía y en ella han participado 214 centros de salud y cinco hospitales —Virgen del Rocío, Virgen de la Macarena, San Juan de Dios del Aljarafe, Huelva y De la Merced— desde enero de 2012 hasta diciembre de 2017. Los dos primeros años sirvieron para preparar la intervención y los siguientes cuatro para implementar las medidas y monitorizar los resultados. Casi 1.400 facultativos —1.200 médicos de familia y 271 pediatras— han mantenido cinco veces al año asesorías clínicas y sesiones de formación en las que analizan sus hábitos de prescripción con un equipo de microbiólogos, infectólogos, epidemiólogos y farmacéuticos.

La dolencia elegida para la investigación fueron las infecciones en el tracto urinario causadas por la Escherichia coli, una bacteria común e incluso beneficiosa en la flora intestinal pero de la que el subtipo llamado “productoras de betalactamasas de espectro extendido (BLEE)” ha demostrado una mayor virulencia en el tracto urinario.

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