Tras la paralización temporal que ya vivimos de la administración de la vacuna contra la covid-19 de AstraZeneca, este miércoles llegó la de Janssen. Mismo motivo: detección de trombos raros combinados con una disminución de las plaquetas, la mayoría en mujeres menores de 55 años. Misma tecnología: las dos inyecciones se han desarrollado con adenovirus, que son virus atenuados que provocan una reacción inmunológica en el organismo.

La ciencia necesita tiempo para explicar por qué muy pocos pacientes –222 en 34 millones de personas vacunadas con AstraZeneca hasta el 4 de abril en la Unión Europea y Reino Unido, según la Agencia Europea del Medicamento (EMA), y seis casos entre 6,8 millones de vacunados con Janssen hasta el 12 de abril en EE UU, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) y la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA)- desarrollan trombosis en combinación con trombocitopenia (disminución de las plaquetas, que son las células responsables de la coagulación de la sangre).

De momento se sabe que estos posibles efectos adversos, clasificados como «muy raros», ocurren en su mayoría en mujeres menores de 55 años. En el caso de la vacuna de Johnson & Johnson, los seis pacientes estudiados son mujeres menores de 48 años.

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