A finales de la década de los setenta, comenzaron a propagarse erróneamente las ideas de que el aceite de girasol era mucho más apropiado que el de oliva para prevenir trastornos cardiovasculares, que consumir pescado azul podía erosionar la salud y que era desaconsejable comer más de tres huevos a la semana, rememora Pedro Mata, presidente de la Fundación de Hipercolesterolemia Familiar y anteriormente director de la Unidad de Lípidos de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. Pero, desde entonces, han surgido nuevas evidencias científicas que sugieren que las grasas fueron condenadas al purgatorio sin haber tenido un juicio justo, máxime después de conocerse que algunas empresas norteamericanas relacionadas con la industria azucarera habían financiado estudios científicos para poner el foco de atención sobre ellas, y así desviarlo de los dulces y las bebidas azucaradas. Ya lo dijo el endocrino y pensador Gregorio Marañón: «No hay parte de la medicina más mudable ni asentada sobre cimientos más movedizos que la ciencia de la dietética; no pasa año en que no cambie algo fundamental».

Aquellos barros han traído ahora otros lodos. En los últimos años, un grupo de investigadores ha comenzado a cuestionar el conocimiento científico existente sobre el colesterol y las estatinas (uno de los grupos de fármacos que ayudan a reducirlo), lo que ha alentado diversas teorías de la conspiración, siendo la más conocida que los médicos que apoyan el uso de estatinas han sido comprados por la industria farmacéutica. A su vez, sobre algunos de los impulsores de esta teoría también recaen algunas sospechas. «Se está diciendo que la industria del azúcar está detrás de todo esto», despeja Eduard Baladia, responsable del Centro de Análisis de la Evidencia Científica de la Academia Española de Nutrición y Dietética. «Pero lo cierto es que manejamos datos muy consistentes para apoyar que el colesterol malo, o LDL, tiene efectos negativos sobre el organismo. Las pruebas existen. Y hay indicios de que la industria láctea y la industria cárnica están moviendo sus hilos para convencer a la opinión pública de que consumir grasas no representa ningún problema».

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