Casi dos millones de suscriptores en YouTube, 1,3 millones de seguidores en Instagram, imágenes de verduras, hierbas y frutas, libros, consejos de belleza, packs de desintoxicación… Yovana Mendoza Ayres, más conocida como Rawvana, había creado desde 2013 un imperio basado en el estilo de vida vegano. Y dentro de este, se había sumado a la corriente más radical: la que consume los alimentos crudos. Su legión de seguidores dejaba en su cuenta de resultados unos ingresos tan altos como el pedestal desde el que ella oteaba el mundo. Su imagen, esbelta y feliz, formaba parte del espectáculo que no parecía tener freno, de una farsa que ha mantenido durante mucho tiempo. Su blog está repleto de recetas crudiveganas y kits en los que promete bajar casi cinco kilos en 21 días. Cualquier proteína animal está absolutamente vetada, al menos de cara a la galería.

Pero tal fue la velocidad de esta californiana de origen mexicano que acabó por estrellarse. La emperatriz crudivegana compartía hasta hace pocos días motivadoras imágenes junto a apetecibles alimentos naturales, pero su credibilidad se desplomó en segundos, los mismos que dura el vídeo, grabado por otra influencer, la colombiana Paula Galindo, experta en temas de belleza y que suma siete millones y medio de seguidores en Instagram. Ambas compartían viaje a la isla indonesia de Bali, y Galindo, en una grabación aparentemente inocente recogió el instante en el que Rawvana estaba a punto de abordar un plato en el que descansaba un filete de pescado. Un sacrilegio para los principios que había defendido en los últimos seis años.

El desliz de su compañera, que sin percatarse de lo que estaba a punto de desencadenar, subió inmediatamente el vídeo a su Instagram, encendió la ira de sus seguidores y la mofa de quienes no comulgan con el argumentario vegano. En la grabación de la desgracia, Rawvana trata de ocultar con sus brazos el filete de pescado que aguarda en su plato,

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