La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó ayer que la epidemia de ébola que azota a la República Democrática del Congo no constituye una amenaza internacional pese a los casos confirmados en la vecina Uganda. «El comité es de la opinión que el brote es una emergencia sanitaria en la República Democrática del Congo y en la región, pero no cumple con los criterios para una emergencia de salud pública de interés internacional», dijo el panel de la OMS en una declaración.

A principios de año, la OMS aseguraba que el brote de ébola que ya se había cobrado casi medio millar de vidas en la República Democrática del Congo (RDC) podría estar controlado a mediados de año. Era una mala noticia entonces, pues la enfermedad había recobrado virulencia en agosto de 2018. Han pasado los meses y en el ecuador de 2019 no sólo no se ha logrado controlar la expansión de la enfermedad, sino que ha saltado la frontera recientemente y se han detectado dos casos mortales en Uganda. Los fallecidos fueron repatriados al Congo y las estadísticas vuelven a concentrarse sólo en las provincias de Kivu Norte e Ituri, en la RDC, donde ya se ha cobrado la vida de 1.396 personas y se contabilizan más de 2.000 casos.

El mismo día que la enfermera escocesa que se contagió de ébola en Sierra Leona hace cinco años dio a luz gemelos, la Universidad de Cambridge publica un informe en que asegura que la mitad de los brotes de ébola que han ocurrido desde 1976, cuando se descubrió el virus, no han sido detectados. Según el estudio, sus síntomas se suelen confundir con los de otras enfermedades. En estos casos que pasan desapercibidos, el ébola no llega a propagarse más allá de pequeños grupos de cinco personas. Estos casos podrían superar la centena, según el artículo editado en la revista ‘Plos’. «La mayoría de las veces que el ébola ha saltado de la vida silvestre a las personas no se ha registrado»,

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