Uno de cada cinco niños sufre obesidad, una enfermedad crónica que empeora notablemente la calidad de vida y aumenta el riesgo de padecer, entre otras, enfermedades cardiovasculares, hipertensión y diabetes. Sin embargo, aún hay poca consciencia en la sociedad de la gravedad de esta epidemia, cuyo tratamiento más eficaz es la prevención. Para ello, la primera infancia constituye, según los expertos, una etapa crucial para la instauración de hábitos saludables y evitar desarrollar una obesidad que en la mayoría de los casos persiste hasta la adolescencia. Tanto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado este miércoles por primera vez una guía sobre actividad física, sedentarismo y sueño para niños de cero a cuatro años. A partir del año, recomienda realizar al menos tres horas de actividad física al día; nada de tiempo de pantallas hasta los dos años, y a partir de esa edad, lo menos posible, con una hora diaria como máximo.

“La inactividad física se ha identificado como uno de los principales factores de riesgo en la mortalidad global y contribuye al incremento del sobrepeso y la obesidad”, afirma el documento. Según los datos del organismo, 124 millones (casi un 20%) de niños y adolescentes de entre 5 y 19 años sufren obesidad en todo el mundo. Entre los menores de cinco, 41 millones tienen sobrepeso o son obesos, un 5,9% del total mundial. En España, los datos disponibles más fiables son los del estudio Aladina de 2015, según los cuales un 23% de los niños entre 6 y 10 años tenían sobrepeso y un 17% obesidad, utilizando las curvas de crecimiento de la OMS. “Es una epidemia que afecta a niños cada vez más jóvenes, por eso es primordial empezar la prevención lo antes posible, tanto en buenos hábitos alimentarios como en actividad física”, afirma Juana Willumsen, experta en obesidad infantil de la organización.

El riesgo de desarrollar obesidad a una edad temprana es que en un porcentaje muy alto de los casos esta se mantiene durante la adolescencia y la edad adulta, según un estudio publicado en The New England Journal of Medicine sobre más de 50.000 niños y adolescentes alemanes.

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