Dos palabras han unido este mes al presentador de televisión Jorge Javier Vázquez con la actriz de Juego de tronos Emilia Clarke y el actor Luke Perry: aneurisma cerebral. El español ha salido con vida del episodio por el que fue ingresado el pasado 16 de marzo, y la actriz británica ha relatado en The New Yorker cómo superó la rotura de dos aneurismas, después de grabar la primera y la tercera temporada de la serie. El actor Luke Perry, una referencia de la televisión de los noventa con personajes como Dylan, de Sensación de vivir, no tuvo tanta suerte; falleció a principios de mes, cinco días después de sufrir un derrame cerebral en su casa.
Son finales diferentes para tres historias que comenzaron en el mismo lugar, un vaso sanguíneo que conduce la sangre hasta el cerebro. En algún punto de sus paredes, una malformación provocó que los tabiques circulatorios fueran demasiado finos, lo que hizo que se hincharan como un balón y se formara lo que técnicamente se conoce como aneurisma. La mayoría de las personas que tienen esta malformación vivirán con ella y nunca lo sabrán, pero hay casos en los que la presión es demasiado alta, hace que los vasos dilatados se rompan y que un compartimento que separa el cerebro de una membrana que lo protege, llamada aracnoides, se inunde de la sangre que mana por la rotura. Puede suceder por un pico de tensión o por una razón diferente, no siempre controlable, pero el efecto siempre es el mismo.
“Cuando se rompe un aneurisma, lo típico es que se produzca una hemorragia subaracnoidea -el nombre indica que la rotura se localiza bajo la membrana aracnoides-, un tipo de ictus que supone alrededor del 5% de todos los casos”, explica el vocal del grupo de estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN), Óscar Ayo. Las consecuencias pueden ser devastadoras, pero el problema también puede superarse sin sufrir ninguna secuela, como ilustran los casos de los famosos.