Sylvie Mennesson siempre se sintió la madre, en todos los sentidos, de Valentina y Fiorella, las gemelas que nacieron en 2000 de un vientre de alquiler en Estados Unidos con el semen de su marido y los óvulos donados por una amiga porque ella no podía concebir. En la partida de nacimiento expedida en Los Ángeles, ella figuraba como la única madre de las pequeñas. Pero Francia, el país de donde proviene la familia, y adonde regresó tras el nacimiento de las pequeñas, se negó durante años a reconocerla como tal en el registro civil, ya que el derecho galo solo admite como madre legal a la mujer que da a luz al bebé. La batalla judicial, que se extendió más de 15 años y que ha implicado al tribunal de Estrasburgo, ha llegado ahora a su fin. La Corte de Casación, el Supremo francés, ha fallado este viernes a favor de que Sylvie Mennesson figure en el registro civil como la “madre de intención” de las hoy adolescentes.

Se trata de un fallo particular sobre un expediente concreto, pero el de los Mennesson es mucho más que un caso. La familia se ha convertido en el símbolo de la lucha por el reconocimiento en Francia de los padres de hijos de vientres de alquiler. Y la máxima instancia judicial les ha dado ahora la razón, al decidir que se debe reconocer la filiación de algún tipo, aunque normalmente priorice la vía de la adopción. De hecho, subraya la corte, “la adopción responde mejor a las exigencias” legales.

El Gobierno de Emmanuel Macron había adelantado que usaría esta sentencia como guía para establecer directivas generales ante otros casos de gestación subrogada. Lo que no significa que se vaya a permitir esta práctica hasta hoy prohibida en Francia y que seguirá así, según han proclamado varios ministros en los últimos meses.

“Una gestación subrogada realizada en el extranjero no constituye, por sí sola, un obstáculo al reconocimiento en Francia de un vínculo de filiación con la madre de intención”,

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