Un vegano convencido de que su modo de vida precisa de algún tipo de cobertura legal se ha querellado ante la justicia británica para reclamar protección ante un despido que considera discriminatorio. El caso planteado por Jordi Casamitjana, vegano desde hace 17 años, ante un tribunal laboral intentará dirimir por primera vez en el Reino Unido si el veganismo es una “creencia filosófica” digna de ser equiparada a otras religiones o simplemente una opción utilizada en este caso como excusa por el querellante.

La demanda presentada por Casamitjana ante un tribunal de Norwich (este de Inglaterra) asegura que fue despedido de su trabajo en la League Against Cruel Sports —una organización que lucha contra deportes como la caza del zorro o, más allá de las fronteras británicas, el toreo— por sus declaradas convicciones veganas. El antiguo trabajador de esa organización se plantó ante sus jefes, según el sumario, al descubrir que en el plan de pensiones del grupo participaban compañías que realizan experimentos con animales.

Jordi Casamitjana.Jordi Casamitjana.

La compañía niega las acusaciones y aduce en su defensa el carácter errático de su ahora exempleado. Un portavoz de la organización ha insistido en su defensa sin ambages del veganismo y otras formas de rechazar la explotación animal. El caso, aducen, afecta a un empleado que no cumplió con su trabajo y que ahora se ampara en una supuesta fidelización de sus creencias para resolver una querella de ámbito laboral.

La demanda se sustenta en la discriminación de la que asegura que fue objeto por su declarado veganismo y pretende forzar un cambio en la Ley de Igualdad Británica para incorporar esta filosofía o modo de vida. La ley, aprobada en 2010, define “la religión o la creencia” como una de las nueve “características protegidas” que incluyen raza, sexo, embarazo y maternidad como factores contra cualquier tipo de discriminación.

Casamitjana expuso ante los jueces en una vista celebrada este jueves su resistencia a usar el transporte público —el coche particular nunca fue una opción— para evitar “colisiones” con insectos o pájaros.

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