El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una crisis muy profunda por el coronavirus a nivel mundial, la peor desde la Gran Depresión de los años treinta del pasado siglo.

Las perspectivas son especialmente oscuras para España. En concreto, este organismo espera una caída del Producto Interior Bruto español del 8% en 2020 y que la tasa de paro alcance el 20,8%. Entre las principales razones de este pronóstico están el impacto de la COVID-19, que en nuestro país ha sido si cabe más acentuado que en otros, así como las consecuencias presentes y futuras del virus para el sector turístico, uno de los grandes motores de la economía.

Además, existe una gran incertidumbre en cuanto a la finalización del confinamiento y la normalización de la actividad económica. Está claro que va a depender de la evolución de la pandemia en nuestro país. No obstante, Wuhan, el epicentro inicial de la enfermedad, acabó su confinamiento tras 11 semanas. En el peor de los casos, si se produjera un comportamiento parecido, podríamos recuperar la normalidad en junio, esperemos que incluso pueda ser antes.

Recuperar la normalidad, un término relativo

Lo de «recuperar la normalidad» es un término relativo. Es imposible que volvamos a la situación anterior a la pandemia sin una vacuna o una inmunidad generalizada. Una vez que acabe el confinamiento, la vuelta a la normalidad económica será de manera gradual. Todo entre grandes medidas de higiene y seguridad, evitando las aglomeraciones y comprobando semana tras semana los contagios para evitar un rebrote. Estas medidas van a suponer un gran reto para numerosos negocios, con aforos limitados en restaurantes y bares, conciertos, museos, universidades, colegios etc…, con su respectivo impacto en los resultados empresariales.

Además, una vez acabe el confinamiento, empezará a notarse la huella psicológica profunda y el miedo al contagio que ha dejado esta pandemia. Estos «animal spirits» o matices emocionales,

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