EFE

  • Tarde o temprano van a padecer diabetes, cáncer o fallo cardíaco, explica Guadalupe Sabio.
  • La científica recuerda que a día de hoy no hay píldoras milagro contra la obesidad.

Obesidad

La científica Guadalupe Sabio, quien trabaja en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares desde 2011, asegura que a día de hoy no hay píldoras milagro contra la obesidad y las personas que son obesas “juegan a la ruleta rusa”. En una entrevista con Efe, insiste que “el mejor antídoto” contra el sobrepeso y la obesidad -dos conceptos distintos- es el ejercicio habitual y regular la dieta.

Existen tipos de obesidad, al igual que distintos tipos de personas, “y muchas no son conscientes del peligro de esta enfermedad”. Según la experta hay más enfermedades vinculadas a la obesidad de las que nos damos cuenta: “Diabetes, dolores de espalda, enfermedades cardiovasculares, pero hay otras más escondidas, como el cáncer hepático, de vesícula biliar o mama”.

Científicamente podemos tener sobrepeso y estar sanos, pero, detalla la Sabio, “una persona que está obesa es muy difícil que esté sana porque ese exceso de grasa que se ve en el michelín se acumula además en otros tejidos, como el hígado. Estás jugando a la ruleta rusa, a ver cuando te toca, pero te va a tocar en algún momento”.

El sobrepeso comienza cuando hay cinco kilos por encima de lo que el médico recomienda. Si sobrepasamos los 20 kilos estamos obesos. “Hay que empezar a cuidarse antes porque el cuerpo se adapta a tenerlo y entonces nos pide un poquito más, y lo que comemos lo acumulamos mejor”, dice la científica.

Las dietas abruptas son malas precisamente por esto, asegura la experta: “Cuando llevas un tiempo con un peso, el organismo se adapta al mismo y si se pierde rápidamente, cuando se vuelve a comer normal, el cuerpo va a tratar de recuperarlo. Y eso ocurre porque cambia cómo utiliza lo que comemos; nos volvemos energéticamente mejores”.

La obesidad es muy diferente entre hombres y mujeres

La ‘mala vida’ no ayuda, pero también está la genética. “Hay una parte de genética incontrolable que todavía es muy desconocida y hay una parte que está en la cabeza; el cerebro es lo que menos entendemos.

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