Casi la mitad de las personas aparentemente sanas de entre 40 y 50 años podría estar desarrollando una acumulación de placas de grasa –lo que se conoce como ateroma– en las arterias y de una forma mucho más rápida de lo que se pensaba. Así lo confirma un estudio que demuestra cómo las placas de ateroma se extienden rápidamente por las arterias de sujetos asintomáticos en el 40% de las personas de entre 40 y 50 años.

Cuenta SINC que los científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), dirigidos por Valentín Fuster, han observado, además, que la progresión de la aterosclerosis está directamente relacionada con los factores tradicionales de la enfermedad cardiovascular: edad, sexo, hipertensión, colesterol, tabaco y diabetes.

El nuevo trabajo, publicado en The Journal of American College of Cardiology, incluye a 4.200 hombres y mujeres sanos de mediana edad que están siguiendo mediante tecnología de imagen y biomarcadores sanguíneos desde hace más de 10 años.

El uso de técnicas de imagen no invasivas, asegura Fuster, “permite identificar la progresión y detectar el avance de la enfermedad de forma más precoz que con otros marcadores clásicos». La técnica recomendada es el TAC de baja dosis de radiación, que evalúa la presencia de calcio en las arterias coronarias como dato indirecto de la presencia de placas de aterosclerosis, indica Borja Ibáñez, director de Investigación Clínica del CNIC.

Los resultados, destaca Beatriz López-Melgar, autora principal del artículo, “muestran que la ecografía de las arterias periféricas es capaz de detectar la progresión de la aterosclerosis de una forma más eficiente que el estudio del calcio coronario por TAC”.

Lo más habitual es que la enfermedad aterosclerótica –caracterizada por el depósito de sustancias lipídicas en las paredes de las arterias– se detecte en estadios avanzados, cuando ya ha provocado eventos clínicos como infarto de miocardio, accidente cerebrovascular u otros.

El tratamiento de este tipo de patologías, cuando ya ha dado síntomas, resulta limitado ya que en un elevado porcentaje los individuos afectados ven disminuida su calidad de vida y, por otro lado, supone un elevado coste económico para el del sistema sanitario.

“Hasta este estudio, el primero que analiza la progresión de la aterosclerosis con intervalos frecuentes, se pensaba que esta enfermedad progresaba muy lentamente a lo largo de la vida.

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