Hace solo un par de décadas, las anfetaminas en España no las vendía un tipo en moto, enganchado a un móvil, con despacho en los lavabos de un bar, sino un aséptico farmacéutico con bata blanca. El boticario proporcionaba la droga a los jóvenes con una sonrisa y la complaciente aprobación de sus padres. Todo legal y por una buena causa: aprobar los exámenes. En esos tiempos, las últimas dos décadas del siglo pasado, las bibliotecas del país rebosaban vaqueros de cintura alta, chicles kilométricos Boomer y cajas de 20 grageas de Katovit. Este fármaco, cuyos efectos recuerdan a los de las anfetaminas, ató a los libros a una generación de estudiantes antes de dejarlos en el dique seco, cuando se concluyó que no solo no era efectivo sino que perjudicaba seriamente la salud.

La historia del Katovit comenzó en 1962, cuando recibió una autorización que sobrevivió exactamente cuatro décadas, hasta 2002. Solo cinco años después de llegar a las farmacias, las prodigiosas pastillas fueron incluidas en la cartera del Sistema Nacional de Salud, lo que da una idea de lo distinto que era el concepto de multivitamínico durante el franquismo. Sí, el Katovit era un complejo vitamínico pero, aparte de cinco vitaminas, tenía su toque maestro en los 10 miligramos de clorhidrato de prolintano que llevaba cada gragea.

El prospecto del Katovit no ocultaba la realidad: con una o dos pastillas por la mañana y otra a mediodía, señalaba que era posible combatir “estados de agotamiento por causas diversas (por ejemplo, por exceso de trabajo)”. Y no era para menos: “El prolintano es un estimulante derivado anfetamínico con una potencia inferior a la de las anfetaminas clásicas”, explica el farmacéutico Juan Carlos Serra.

De fármaco para ancianos a elixir estudiantil

Se suponía que el producto debía ir a parar a personas mayores con problemas como el “cansancio físico precoz, la disminución del rendimiento mental y la debilitación de la capacidad de concentración”, también recogidos en el prospecto. Pero la cosa cambió mucho a partir de los ochenta.

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