Correlación no implica causalidad. Es decir, que un acontecimiento suceda a la vez que otro (o antes o después que otro) no es la prueba de que el primero sea la causa del segundo o viceversa. Imaginemos que un estudio observacional constata que las personas que se duchan antes de un examen suelen sacar mejores notas. ¿Han aprobado gracias a la ducha? Si fuera así, estaríamos ante una causalidad directa: ducharnos hace que aprobemos exámenes. Pero antes de dar por válida la hipótesis, conviene pensar si hay factores de confusión que puedan alterar el resultado: quizá quienes se duchan más a menudo son personas más cuidadosas y por lo tanto estudian más o mejor. Para salir de dudas debemos realizar un estudio de intervención en el que dividimos al azar dos grupos (con un nivel socioeconómico y cultural comparable, de un rango de edad similar, etc.) que hayan estudiado lo mismo. A uno le obligamos a ducharse y al otro no. Incluso si el resultado fuera positivo, es obligatorio repetir el estudio con diferentes muestras de población antes de creernos que la ducha nos convertirá en eruditos.

Desde Harvard se insiste en que “una ingesta baja a moderada de huevos no se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular en personas sanas”

La anterior parrafada es precisa para entender por qué es tan relevante encontrarnos con la frase “los hallazgos de este estudio son observacionales y no permiten establecer causalidad” en el nuevo estudio publicado en la revista JAMA que ha relacionado el consumo de huevos, y del colesterol de los huevos, con la mortalidad cardiovascular, tras un seguimiento de 29.615 estadounidenses durante 31 años. La investigación, si bien ha observado un ligero aumento en el riesgo cardiovascular en quienes toman más huevos, ha consistido en una correlación entre dos variables (huevos y riesgo cardiovascular), una práctica que ha reportado no pocas sorpresas a lo largo de la historia de la medicina.

La más famosa ocurrió a finales del siglo pasado: los estudios observacionales constataban que las mujeres que seguían la terapia hormonal sustitutiva presentaban un menor riesgo cardiovascular.

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