La diarrea mata a algo más de medio millón de niños al año. Es, junto con la neumonía, la mayor asesina de menores de cinco años en el mundo. Y si no mata, sufrirla de un modo continuado deja secuelas graves. Está demostrado que los episodios repetidos pueden inhibir el crecimiento físico y el desarrollo mental de los pequeños y hacerlos más susceptibles a otras enfermedades.

Y sin embargo, a pesar de su incidencia y de los estragos que causa, la capacidad para prever y estar preparados para sus posibles brotes hasta ahora es limitada. Un grupo de científicos de la Universidad de Columbia acaba de dar un paso más en el estudio de esta afección y ha establecido una relación entre fenómenos meteorológicos como La Niña y la diarrea mortal. Ha llevado a cabo su análisis en Botsuana.

Este fenómeno está provocado por grandes intercambios de calor entre el océano y la atmósfera que afectan a la temperatura media global del planeta, además de provocar situaciones extremas como lluvias torrenciales y sequías en diferentes partes del mundo. Existen dos caras de la misma moneda. El Niño se corresponde con unas temperaturas más cálidas de las aguas y La Niña, más bajas.

Para entender qué une a estos dos elementos hay que saber que este síntoma puede estar causado por diferentes motivos: virus, bacterias y protozoos. A los patógenos se pueden sumar las condiciones metereológicas propiciadas por acontecimientos como La Niña o El Niño. Esto se ve claramente en el caso del cólera, una enfermedad que se transmite por consumir agua contaminada, una condición que se da especialmente cuando se ha producido un desastre natural y las infraestructuras se han visto afectadas.

En países de ingresos medios y bajos  el 72% de fallecimientos por diarrea ocurren en los dos primeros años de vida

Los científicos concluyeron que, durante la época de La Niña, en la que aumentaban las lluvias torrenciales y las inundaciones,

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