Un titular de la SER extraído de una entrevista al cocinero valenciano Juan Llorca fue el detonante para que se iniciara la polémica sobre el desayuno infantil: “Prefiero que un niño no desayune a que tome leche con cualquier bebida chocolateada y una magdalena”. Se sumaron todos, desde los que no dudaron en recurrir al insulto y al argumento del hambre y la pobreza para defender el consumo de productos insanos a los que intentaron contextualizar el titular y ampliarlo, dándole la razón a Llorca.

Resulta que en España el sobrepeso y la obesidad están incidiendo  precisamente en la población infantil, y que además es en los niños de clase más baja

Y es que el tema, da para mucho y se enfrenta directamente a mitos muy arraigados, empezando por el archirrepetido “el desayuno es la comida más importante del día” y terminando por “los niños necesitan azúcar para rendir en el cole”.

Antes de adentrarnos en temas nutricionales, y ya que varias de las críticas se apoyaron en argumentos sobre la pobreza y el hambre, vamos a detenernos en ese terreno: resulta que en España el sobrepeso y la obesidad están incidiendo de manera preocupante precisamente en la población infantil, y que además lo hacen sobre todo en los niños de clase socioeconómica más baja como puso de relieve la Conselleria de Salut de Catalunya, reafirmando lo que ya dijo unos años antes el Ministerio de Sanidad.

Con esa realidad en la mano, defender el consumo de alimentos ultraprocesados insanos precisamente en esa población es altamente disonante. Eso, dejando de lado, que pretender luchar contra la supuesta hambre con productos malsanos valorando solo las calorías que tienen, no deja de ser cuando menos mala idea y denota un profundo desconocimiento tanto de las necesidades nutricionales de ese grupo de población como de las estrategias de salud pública adecuadas para paliar sus desventajas. Ni siquiera en zonas del mundo donde el hambre y la desnutrición infantil son un problema de primer orden, se sigue ese tipo de estrategia.

Confundimos desnutrición con malnutrición

En España, en aquellas familias con menos recursos, el problema no suele ser la desnutrición (esto no es Etiopía, como decía en Twitter mi compañera Griselda Herrero) sino la malnutrición. Por eso los niños (y los adultos) de esos estratos sociales, padecen estadísticamente más sobrepeso y obesidad. No están desnutridos, están malnutridos, no les faltan calorías sino que les sobran, lo que les faltan son nutrientes y sobre todo opciones saludables. Además, tienen menos acceso a información de calidad, por supuesto menos acceso a un dietista-nutricionista por su nula presencia en Atención Primaria, menos parques y zonas deportivas en sus barrios, menos actividades extraescolares, lo que conlleva más sedentarismo, etc. Es decir, un estilo de vida en general menos saludable condicionado en gran parte por el estrato socioeconómico en el que crecen.

Es un desayuno barato ¿y qué?

Es verdad que las galletas o el paquete de veinte magdalenas son muy baratos. Además, están ricos. Y mojados en un colacao caliente, todavía más. Eso no lo discute nadie.

No están desnutridos, están malnutridos, no les faltan calorías sino que les sobran, lo que les faltan son nutrientes y sobre todo opciones saludables

Lo que no es verdad es que sean la única opción barata de desayuno y que todas las opciones saludables sean económicamente inasumibles para las familias de bajos ingresos. Y en cualquier caso, si eso fuera así, lo adecuado no es justificarlo como se ha hecho, si no luchar contra ello y apoyar iniciativas que acaben con esa realidad.

Un paquete de pan de molde integral no es más caro que un paquete de magdalenas, y también da para muchos días. Sí, es cierto que no es el mejor pan, pero sin duda mejora muchísimo la bollería. La leche sin chocolate, es más barata que con él. Y también más saludable. Hay paquetes de ocho yogures naturales de marca blanca rondando el euro. La fruta de temporada y cercanía no tiene un precio inasumible. Los huevos son una fuente proteica excelente y muy económica. Medio kilo de copos de avena no vale ni un euro, y cunde muchísimo, a la vez que sacia. Por poner algunos ejemplos.

Cuando el único recurso que tenemos para dar ideas sobre un desayuno de bajo coste es recurrir a la bollería, las galletas y el cacao azucarado, la verdad, casi mejor que nos callemos.

Eso obviando que, con buena información, probablemente esas familias podrían reorganizar su presupuesto para comer mejor por el mismo coste reduciendo el gasto en alimentos superfluos. Y eso es precisamente lo que pretenden la inmensa mayoría de los profesionales que divulgan sobre alimentación y salud.

Pero es que además, ese desayuno típico del colacao con galletas o magdalenas, es el desayuno habitual de muchos niños que no viven en el umbral de la pobreza.

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