Consoladores, vibradores y la última sensación del momento, el estimulador de clítoris, considerado ya por la inmensa mayoría de quienes lo han probado como la segunda revolución sexual. A pesar de estar de plena actualidad, la historia de estos complementos sexuales no es reciente. El primer vibrador con batería lo inventó el médico británico Joseph Mortimer Granville en 1880, con el fin de ser usado en los consultorios médicos como una herramienta terapéutica para combatir lo que en la época victoriana se conocía como la histeria femenina.

Sí es novedad, sin embargo, la normalización de la masturbación femenina con estos objetos. Hoy no solo se habla de juguetes eróticos en los medios de comunicación o en las redes sociales de las influencers, sino que están presentes en las conversaciones diarias de las mujeres y éstas se atreven, con total normalidad, a recomendarse tal o cual producto.

Un dato revelador: en los últimos tres meses del 2019 las ventas del Satisfyer crecieron un 1.300% en España. Y algunos más. Según un estudio realizado por la plataforma especializada en sexualidad y juguetes Platanomelon.com el pasado año, el 63% de las mujeres españolas tienen un juguete sexual en casa y el 76% asegura que necesitan la estimulación del clítoris para llegar al orgasmo.

Con estos datos sobre la mesa resulta fácil que mucha gente acabe preguntándose: «¿existe la adicción al vibrador?». La respuesta es concisa: rotundamente no. Vamos a intentar desterrar algunos falsos mitos que revolotean alrededor de este tema:

Un estudio publicado en 2009 por la revista especializada Journal of Sexual Medicine, desveló que el 71% de las mujeres que usaban vibrador nunca habían sufrido efectos secundarios negativos como irritación, desgarros, inflamación o entumecimiento genital. Solo el 16% aseguraba haber sentido entumecimiento genital transitorio y el 0,5% afirmó que se había prolongado más de un día.

Por tanto, no es posible dañar la vagina y/o el clítoris empleando un vibrador o succionador. Como mucho, podría insensibilizarse durante un tiempo tras una sesión prolongada.

Otro temor de muchas mujeres que utilizan juguetes sexuales para masturbarse tiene que ver con sufrir tal ‘enganche’ a su vibrador que esto traiga, como consecuencia, la pérdida de interés por acostarse con otras personas. La sexóloga Gigi Engle, autora de All the F*cking Mistakes: A Guide to Sex, Love and Life,

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