Las mascotas son parte de muchas familias, y constituyen unos compañeros imprescindibles. Sin embargo, y aunque es poco probable, en ocasiones su proximidad puede facilitar la transmisión de enfermedades entre ellas y las personas (o al revés). Por ello, es vital cumplir con las normativas en cuanto a salud animal, destinadas a proteger tanto nuestro bienestar como el de nuestros amigos de otras especies.

¿Qué es la leishmaniosis?

Un caso que ilustra esta necesidad es la leishmaniosis o leishmaniasis. Se trata de una enfermedad infecciosa causada por los protozoos del género Leishmania y afecta tanto a perros como a humanos, pudiendo causar cuadros graves en ambos.

Entre las dos especies, se transmite a través de un vector, que son los flebótomos: pequeños insectos alados y hematófagos (que se alimentan de sangre) que recuerdan a mosquitos.

¿Cuáles son sus síntomas?

La leishmaniosis puede tomar dos formas: cutánea y visceral. En el primer supuesto, se caracteriza por la aparición de una pápula eritematosa que crece y se ulcera, generando una costra de exudado. Las lesiones, normalmente una o dos, aparecen en la cara, las manos o las piernas. Se cura por sí sola en un lapso de meses, dejando a menudo una cicatriz.

La segunda variante es la leishmaniosis visceral, más peligrosa.

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