Carlos de Inglaterra se enfrenta a las críticas de la comunidad médica británica tras su nombramiento, el pasado martes, como patrón de la Facultad de Homeopatía. Las quejas contra el heredero al trono, según el medio estadounidense CNN, proviene de Good Thinking Society, una organización sin ánimo de lucro que promueve el escepticismo científico.

«Por desgracia, la noticia no es sorprendente, dada la postura anticientífica que ha sostenido repetidamente el príncipe Carlos en cuanto a la homeopatía, pero es obsceno pensar que el próximo jefe de Estado de Reino Unido crea que es apropiado utilizar su imagen pública para promocionar esto», denunció en el diario británico The Guardian Michael Marshall, director de esta plataforma que lidera las críticas. Marshall recordó que existen muchos remedios homeopáticos que aseguran poder curar el autismo o desaconsejan las vacunas. «El príncipe Carlos debería combatir a aquellos que ofrecen unos remedios tan peligrosos, en lugar de luchar de su parte», añadió.

«Es un honor para nosotros recibir el patrocinio de su Alteza Real el príncipe de Gales», dijo Gary Smyth, presidente de la facultad, en un comunicado. «Estoy deseando que trabaje con los miembros, amigos y simpatizantes de la facultad, continúe nuestro importante trabajo, promueva la homeopatía en los círculos públicos y profesionales y mantenga la conciencia de este sistema de medicina», añadió.

En respuesta a la plataforma crítica, Clarence House ha querido emitir un comunicado en defensa de la postura del hijo mayor de Isabel II: «[El príncipe de Gales] cree que la medicina complementaria segura y efectiva puede jugar un papel importante en los sistemas de salud, siempre que los enfoques se integren con los tratamientos convencionales, una posición que ha alcanzado después de años hablando con expertos en muchas áreas diferentes de la medicina». 

Durante los últimos años, los británicos han visto como se abría un debate sobre si el Sistema Nacional de Salud debía incluir y financiar una terapia que la Asociación Médica del Reino Unido catalogó en 2010 como «científicamente inverosímil»

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