Resulta paradójico que en algunas circunstancias nos guste pasar miedo. Una película de terror que nos pone los pelos de punta se torna divertida cuando la escena termina bien o cuando nos damos cuenta de que estamos viendo una mera fantasía. Entonces el miedo se alivia y da paso a la alegría, es decir, a disfrutar de algo que en principio nos ha atemorizado.

The Conversation

La paradoja está en que, por definición, el miedo es un proceso emocional que nos avisa de una amenaza, de algo que pone en riesgo nuestra integridad física o psíquica. Por lo tanto, la experiencia debería ser de todo menos regocijante.

Se enciende el sistema de alarma

Para entender este fenómeno, debemos empezar concibiendo las emociones como un sistema de alarma que nos avisa que algo importante está ocurriendo. Algo relevante por ser bueno para nosotros o por amenazarnos de alguna forma.

Hay, por lo tanto, dos tipos de emociones. En primer lugar, tenemos las de tono hedónico positivo, que son las que nos resultan agradables, las que queremos que se repitan y nos llevan a aproximarnos a eso que nos las producen. Nos gusta estar con las personas que nos quieren y hacemos todo tipo de acercamientos para permanecer junto a ellas el mayor tiempo posible.

 » Leer más