Uno de los avances biológicos más importantes es el descubrimiento de un proceso que siempre ha estado allí, pero del que no éramos muy conscientes: la inflamación.

Hoy en día sabemos que la piel es el órgano más agredido de nuestro cuerpo porque está permanentemente en contacto con el medio ambiente. Esta se inflama con enorme facilidad, pero eso no quiere decir que se nos caiga la piel a tiras. Sin embargo, se vuelve más fina, más sensible, más irritable, las defensas se debilitan, el cabello se desprende y en general se hace visible un deterioro y un envejecimiento acelerado.

¿Qué es la inflamación?

La inflamación es un mecanismo de defensa de nuestro cuerpo, pero está diseñado para que dure poco tiempo. Si se mantiene en el tiempo, literalmente empezamos a destruirnos porque los mecanismos básicos dejan de funcionar. La aparición del cáncer, los trastornos autoinmunes o las enfermedades degenerativas están ligadas a una inflamación permanente.

Al conjunto de substancias que puede causarnos inflamación se le llama inflamasoma. Y no es necesariamente el mismo para todas las personas. Pero entre los agentes más importantes está el alcohol, el tabaco, los ultraprocesados, el azúcar, la contaminación y un largo etc. Además, de las substancias pro oxidantes que genera el estrés.

Para combatir el inflamasoma contamos afortunadamente con numerosas armas.

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