El día que terminó la agonía de Carmen, comenzó la del médico Marcos Hourmann. En marzo de 2005, una paciente terminal, de 82 años, llegó al servicio de urgencias del hospital de Móra d’Ebre (Tarragona) y le pidió al cirujano que le ayudase a terminar con su vida. El doctor se saltó todos los protocolos y le inyectó 50 miligramos de cloruro de potasio. Carmen murió a los pocos minutos. La historia del primer médico condenado en España por aplicar la eutanasia es plasmada en una obra de teatro protagonizada por el mismo Hourmann, que podrá verse hasta el día 26 en la Sala Beckett. En la puesta en escena de Celebraré mi muerte, dirigida por Alberto San Juan y Víctor Morilla, el protagonista explica las razones por las que ayudó a morir a su paciente en un montaje que incluye testimonios del caso.

El cirujano, que fue denunciado por el hospital donde trabajaba, describe que el espectáculo no es una justificación de su acto: “Es un debate sobre la hipocresía de la sociedad ante muchas cosas que son legales y también matan”, comenta. Cuando Hourmann comienza la representación, lo hace acompañado de ocho voluntarios del público que suben al escenario con él. Estas personas se convierten en un jurado que emite la sentencia que nunca se dictó en su contra, ya que el cirujano llegó a un acuerdo con la acusación antes del juicio. Recibió una condena de un año y conservó su licencia. Como sucede en un proceso legal, el doctor abandona la sala y los voluntarios emiten un voto anónimo, que es leído al final de la obra.

El médico evitó la prisión, pero su vida se convirtió en una pesadilla. Despedido y repudiado por el sistema sanitario español, en 2006 logró reubicarse en el Reino Unido hasta que, en 2010, el tabloide The Sun publicó una fotografía suya calificándole de “doctor asesino”. Regresó a Cataluña, donde trabaja desde hace un año como autónomo en la comarca del Garraf. “Para mi fue la primera y la única vez.

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