Si la historia de Diana te ha hecho pensar y tú también quieres ayudar a esta causa para cambiar el mundo
El ictus es la primera causa de muerte entre las mujeres españolas. Diana de Arias (Dènia, 1991) desconocía este dato la noche que los médicos le explicaron lo que acababa de ocurrir en su cerebro: “Se me paralizó la parte derecha, tenía muchas dificultades para andar, veía doble y me asusté muchísimo en ese momento. Llamé corriendo a mis padres y, apenas sin poder caminar, llegamos al coche y nos fuimos al hospital. Había sufrido un Daño Cerebral Adquirido (DCA) con las secuelas que ello conlleva. Fue un shock porque estaba de viaje con mis amigos. Llevaba una vida feliz, normal, y todo cambió por completo”. Tenía 23 años y acababa de volver a casa por Navidad desde Roma, donde disfrutaba de una beca Erasmus como estudiante de Diseño Gráfico. Un ictus había impuesto una pausa en el que prometía ser el año más frenético de su biografía.
¿Por qué el cuerpo había dejado de responder a sus órdenes de la noche a la mañana? Un TAC reveló la causa: “Tenía una malformación congénita muy peligrosa, un cavernoma. Era lo que me había producido todas las secuelas que sentía. Había tenido un derrame cerebral”. Los neurocirujanos le dijeron que debía someterse a una operación a vida o muerte y pasó dos meses a oscuras, en una habitación de hospital, esperando. En ese momento no sabía si sería el punto y final o tan solo, como descubriría más tarde, el punto y seguido que le permitiría avanzar hasta el siguiente capítulo.
Al igual que la mayoría de las personas que lo padecen, ignoraba las consecuencias del DCA, pero ahora, tras años investigando las secuelas que experimentó en su propia piel, se ha visto convertida en experta: “Las secuelas que puedes tener con un DCA o tras haber tenido un derrame pueden ser muchas, dependiendo de cada persona y de dónde tengas el problema en el cerebro.