Tanto en la comida de Navidad como en la cena de Nochevieja un invitado que nunca falta es el alcohol. En forma de cava, vino u otros licores con mayor graduación, las bebidas alcohólicas son uno de los excesos navideños que peores consecuencias tiene y no solo por provocar complicaciones de salud.

A efectos nutricionales, el consumo de alcohol puede ser incluso más nefasto que los excesos gastronómicos. Las bebidas alcohólicas se caracterizan por ser calorías vacías, es decir, que suman al total calórico ingerido en el día pero no aportan ningún tipo de energía que nuestro cuerpo pueda aprovechar. «Si tomo 200 centímetros cúbicos de vino voy a ingerir aproximadamente unas 200 calorías extras», ejemplifica Marisa Burgos, dietista y nutricionista en la clínica Alimmenta. «A mayor graduación de una bebida alcohólica, mayor será su aporte calórico y, si además se nos ocurre mezclarla con bebidas azucaradas, este se incrementa exponencialmente», avisa esta dietista.

Por si esto fuera poco, si la bebida encima resulta agradable al paladar se beberá en mayor cantidad y también se comerá, ya que la combinación de sabores producirá placer. «Se puede decir que estas bebidas son capaces de distorsionar nuestras señales de hambre y saciedad», puntualiza Marisa.

Además de sumar calorías al balance calórico y,

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