La epidemia de ébola declarada en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC) el pasado 1 de agosto continúa su avance imparable y amenaza con extenderse a los países vecinos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya comenzó el pasado año a vacunar a unos 4.200 profesionales sanitarios en Uganda y Sudán del Sur y ahora se suman los de Ruanda, pues algunos de las personas que han estado en contacto con enfermos son de Goma, localidad fronteriza con este último país. El brote, el peor en la historia de la RDC, ha alcanzado ya la cifra de 721 casos, de los que fallecieron 446 personas.

La preocupación ante una posible expansión de la epidemia de ébola a los países vecinos va en aumento. Por un lado, el brote sigue fuera de control con especial intensidad en Butembo, la principal ciudad afectada, y en la localidad de Katwa, ya en el interior del Parque Nacional de Virunga, de donde proceden los últimos casos confirmados. Por otra parte, han aparecido los primeros enfermos en la zona de salud de Kayina, en la carretera que va hacia Goma, así como los primeros contactos en esta ciudad, es decir, personas que han estado próximos a casos confirmados durante la fase de contagio de la enfermedad. Goma es la capital de la provincia de Kivu del Norte y se encuentra en la frontera con Ruanda.

Los dos principales problemas a los que se enfrentan las autoridades para controlar este brote son la resistencia de la población a declarar los nuevos casos debido a los rumores y las noticias falsas y la inaccesibilidad de amplias zonas para los servicios sanitarios a causa de la presencia de numerosos grupos rebeldes.

Para combatir las noticias falsas relativas a la enfermedad, el Ministerio de Sanidad congolés está utilizando a decenas de los 253 pacientes que se han curado en campañas de sensibilización así como en la atención a enfermos, a los que tratan de animar mediante su propio ejemplo. “Los supervivientes son un punto clave para generar confianza en la comunidad”,

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