El nuevo coronavirus COVID-19, cuyo origen se sitúa en la ciudad china de Wuhan, ha causado la muerte de más de 2.590 personas en el país asiático y ha contagiado a más de 77.000. La alarma social generada a nivel global debido al aumento de casos en otros países como Italia e Irán también ha provocado la duda generalizada sobre si este virus puede transmitirse a mascotas domésticas.

No se ha demostrado, por el momento, que exista alguna prueba de que pueda transmitirse a animales como perros o gatos, tal y cómo ha afirmado la OMS. Sin embargo, la misma organización recomienda el lavado frecuente de manos si estás habitualmente con animales ante la posibilidad de transmisión de otras bacterias.

No existe motivo para la alarma con el COVID-19, aunque los perros también pueden contraer el conocido coronavirus canino o CVC. Sin embargo, es completamente diferente al virus originado en china y solo puede afectar a los animales.

De acuerdo con el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad (España), los coronavirus «son una amplia familia de virus que normalmente afectan solo a los animales». No obstante, como indican, algunos pueden transmitirse de animales a seres humanos como sucedió con el SRAS-CoV o el MERS-CoV. No es el caso del actual coronavirus chino, ya que todavía no se ha demostrado la fuente inicial de contagio.

El coronavirus canino es una enfermedad intestinal y de tipo infeccioso causada por la especie Aplhacoronavirus 1 de la familia Coronaviridae que provoca cuadros respiratorios y digestivos como diarreas en estos animales. Se contagia mediante el contacto oral o directo con heces de otros perros infectados. Aunque los cachorros tienen más prevalencia para padecer esta enfermedad, es cierto que puede afectar a cualquier perro sin importar su edad o raza.

Los síntomas pueden variar dependiendo del animal pero el más común es la fiebre, que puede superar los 40ºC. Un perro con coronavirus también puede presentar vómitos, diarreas, problemas respiratorios, pérdida de apetito y temblores.

Actualmente no existe una vacuna específica para tratar esta enfermedad en los animales, siendo uno de los mejores tratamientos la prevención. Los síntomas comienzan a hacerse notar pasadas las 24-26 horas desde el contagio y su tratamiento se basa en aliviar los síntomas combinando alternativas.

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