Cada vez que Virginia Gómez, alias Dietista Enfurecida, escribe un tuit, arde Troya. La dietista-nutricionista no deja títere con cabeza, lo mismo carga contra las estrategias de la industria alimentaria que advierte a quienes se quejan de ella de que hay cambios de hábitos que van más allá del quitarse un par de kilos para entrar en el bañador. Nos muestra nuestras vergüenzas con un puñado de principios de nutrición elementales que ha volcado en su nuevo libro Dietista Enfurecida: Claves sobre alimentación para que no te dejes engañar (Zenith). Nadie mejor que ella para desmentir los bulos y mitos más comunes.

Si no adelgazas es porque te falta voluntad

A quienes recriminan a la persona con obesidad que lo que le falta es fuerza de voluntad, Gómez responde que la fuerza de voluntad son los padres. Vamos, que no es tan fácil como parece y que hay que ponerse en la piel del que tiene un problema de peso. «Vayamos por partes. Hay una verdad incuestionable: si fuerzas la máquina y te retiran completamente el alimento, adelgazas. En los campos de exterminio no había obesos. Pero, afortunadamente, no estamos en esa situación. Eliminar buena parte de la ingesta alimenticia genera infelicidad, sin olvidar que es complejo en algunos casos especiales. Imagina una mujer menuda con sobrepeso, artrosis y poca musculatura. Como es tan pequeñita, su metabolismo basal es bajo, consume pocas calorías por el mero hecho de vivir. ¿Qué hago con ella? ¿Le pongo una dieta de 500 kilocalorías para que adelgace? De entrada, le van a faltar la mitad de nutrientes». Otro ejemplo que menciona es el de la persona que dice «tengo tres hijos, trabajo doce horas, tardo una hora en ir al trabajo y no me da la vida». Le dicen que para sufrir por no comer prefieren estar gordos. La dietista-nutricionista apunta que hace falta ayuda psicológica, mucho apoyo en su entorno y, a veces, hasta redibujar su mundo.

La fruta engorda después de comer

Vivimos en épocas de ‘frutofobia’ injustificada.

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